Hubo un tiempo en que su corazón estaba abierto, lleno de esperanza y confianza. Ella creía en la bondad de las personas, en las promesas h...
Hubo un tiempo en que su corazón estaba abierto, lleno de esperanza y confianza. Ella creía en la bondad de las personas, en las promesas hechas y en los vínculos que creía inquebrantables. Pero la vida tiene una forma de enseñar lecciones crueles, y ella llegó en forma de traición.
Aquel a quien más amaba, aquel que pensó que estaría a su lado para siempre, la dejó. Ninguna advertencia, ninguna explicación, solo un vacío que resonó más fuerte que cualquier adiós.
Al principio, buscó respuestas, repitiendo cada momento para encontrar dónde se había equivocado. ¿Fue algo que ella dijo? ¿Algo que ella hizo? Pero la verdad era que no se trataba de ella. La gente se va por sus propios motivos, a menudo sin darse cuenta del desastre que deja atrás.
Ella intentó sanar, abrirse de nuevo, pero cada vez que lo hacía, alguien más la decepcionaba. El mundo que una vez parecía lleno de posibilidades ahora se sentía frío e indiferente. Poco a poco, pieza por pieza, su confianza comenzó a erosionarse.
Ella dejó de compartir sus sueños. Ella dejó de acercarse. Ella dejó de creer que la gente se quedaría. Su corazón, una vez tan lleno de amor, se convirtió en una fortaleza. Era la única forma que conocía de protegerse de más dolor.
Pero detrás de esos muros, ella todavía anhelaba conexión. Ella todavía anhelaba el tipo de amor que la hiciera sentir segura, el tipo de confianza que no se rompería. Sin embargo, cada vez que pensaba en dejar entrar a alguien, el miedo era más fuerte que el anhelo.
Pero su historia no termina aquí. Y como veréis en el primer comentario, nos recuerda que incluso las heridas más profundas se pueden curar. A veces, lo más difícil es aprender a creer de nuevo.
Primer comentario:
Y entonces un día, alguien llegó a su vida y no le pidió su confianza: se la ganó. Con paciencia y delicadeza le demostraron que no todos la abandonarían, que no todos le harían daño. Poco a poco, sus paredes comenzaron a agrietarse y una luz que creía perdida para siempre comenzó a brillar nuevamente.
Porque incluso los corazones más rotos pueden aprender a amar y confiar nuevamente cuando reciben el cuidado que merecen. Y el tuyo también puede hacerlo. ❤️
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